Las Enseñanzas de Juan

LAS ENSEÑANZAS DE JUAN (33)


Juan era el tipo de persona que te encantaría ser. Siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, él respondía: “Sin pudiera estar mejor tendría un gemelo”.

Él era un gerente único porque tenía varias meseras que le habían seguido de restaurante en restaurante. La razón por las que las meseras le seguían era su actitud. Él era un motivador natural. Si un empleado tenía un mal día, Juan estaba ahí para decirle cómo ver el lado positivo de la situación. Este estilo realmente me produjo curiosidad, así que un día fui a buscar a Juan y le dije: “No entiendo, ...no es posible ser una persona positiva todo el tiempo. ¿Cómo lo haces?”. Juan respondió: “Cada mañana me despierto y me digo a mi mismo, Juan, tienes dos opciones hoy; puedes escoger estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor. Escojo estar de buen humor. Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una victima o aprender de ello. Escojo aprender de ello. Cada vez que alguien viene a mí para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Escojo el lado positivo de la vida”. “Si claro....pero, no es fácil”, protesté. “Si lo es”, dijo Juan. “Todo en la vida es acerca de elecciones. Cuando quitas todo lo demás, cada situación es una elección. Tú eliges como reaccionar ante cada situación. Tú eliges cómo la gente afectará tu estado de ánimo. Tú eliges estar de buen humor o de mal humor. En resumen; tú eliges cómo vivir la vida”. Reflexioné sobre lo que Juan me dijo. Poco tiempo después dejé la industria restaurantera para iniciar mi propio negocio. Perdimos contacto, pero, con frecuencia pensaba en Juan cuando tenía que hacer una elección en mi vida, en vez de reaccionar ante ella. Varios años más tarde me enteré que Juan había hecho algo que nunca debe hacerse en un negocio de restaurante. Dejó la puerta de atrás abierta y una mañana fue asaltado por tres ladrones armados. Mientras intentaba abrir la caja fuerte y su mano temblaba de nerviosismo, erró la combinación. Los asaltantes sintieron pánico y le dispararon. Con mucha suerte Juan fue encontrado relativamente pronto y llevado de emergencia a un hospital. Después de 18 horas de cirugía y semanas de terapia intensiva, Juan fue dado de alta, aún con fragmentos de balas en el cuerpo. Me encontré con Juan seis meses después del accidente y cuando le pregunte cómo estaba, me respondió: “Si pudiera esta mejor tendría un gemelo”. Le pregunté qué pasó por su mente en el momento del asalto. Contestó: “Lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado con llave la puerta de atrás. Cuando estaba tirado en el piso, recordé que tenía dos opciones; podía elegir morir o podía elegir vivir. Por supuesto que elegí vivir. “¿No sentiste miedo?”, le pregunté. Juan continuó; “Los médicos fueron geniales, no dejaban de decirme que iba a estar bien. Pero, cuando me llevaron al quirófano y vi las expresiones en las caras de los médicos y enfermeras realmente me asusté....podía leer en sus ojos: es un hombre muerto. Supe entonces que debía hacer algo...”. “¿Qué hiciste?”, pregunté. “Bueno....uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo y respirando profundo grité....¡¡¡¡Sí, a las balas!!!...Mientras reían, les dije; estoy escogiendo vivir, opérenme como si estuviera vivo, no muerto”. Juan vivió por la maestría de los médicos, pero por sobre todo por su asombrosa actitud. Aprendí que cada día tenemos la elección de vivir plenamente. La actitud, al final, lo es todo. Ahora tienes dos opciones: enrollar esta historia y metértela en el bolsillo o enviarla a quien aprecies. Recuerda: PERDEDOR NO ES QUIEN LLEGA DE ÚLTIMO, SINO QUIEN NO SE ATREVE A COMPETIR.